13 noviembre 2011

Los dones no son para esconderse

Posted by P. Pedro Ayala | 13 noviembre 2011 | Category: |

P. Pedro Ayala. sdb.
Jesús enseña a sus discípulos por medio de parábolas, que permiten relacionar estas realidades terrenas y sociales con una enseñanza.
Este Domingo presenta en el evangelio de Mateo una parábola sobre un hombre, que al salir de viaje llamó a sus trabajadores y les repartió una cantidad a cada uno, cinco, tres, y un  millón, dependiendo la capacidad de cada uno, ciertamente a su regreso llamó a cada uno para pedirle cuentas, el que recibió cinco presento otros cinco, el que recibió tres, presentó otros tres, pero el que había recibido uno, sólo presento el que había recibido, pues por temor, en lugar de invertir con el lo escondió.

Este es el relato que Jesús presentó a sus discípulos, y claro que hoy se actualiza en la vida de cada uno de los hombres y mujeres de buena voluntad.
Pues en primer lugar estamos invitados a reconocer que de Dios hemos recibido regalos, dones, este reconocimiento es necesario e indispensable, pues sin la conciencia de haberlos recibido, podemos no usarlos, o podemos creernos que es sólo mérito propio. Y el segundo paso es invertirlos, compartirlos, de tal manera que estos regalos contribuyan en la construcción del Reino de Dios aquí en la tierra. Por eso no está permitido esconderlos, es necesario compartirlos, y de esta manera hacer que produzcan más.

Este fragmento del evangelio se nos presenta dentro del contexto del fin de un ciclo, estamos terminando un año litúrgico, y somos invitados a reflexionar sobre el cómo estoy previendo ciertas situaciones, y por eso la semana pasada el ejemplo de las vírgenes que unas fueros previsoras y otras no, y las que no lo fueron se quedaron fuera del banquete de bodas, hoy la reflexión gira en torno de la responsabilidad, que estoy haciendo con los regalos que el Señor me ha concedido, y la próxima semana el tema será el del juicio, un juicio que tiene como referencia clara el “amor” qué tanto hemos amado a Dios en los más insignificantes.

Es un tiempo de espera, esperamos la venida de Nuestro Señor, pero de ninguna manera puede ser una espera pasiva, como el sentarnos a espera que algo pase, ha de ser una espera activa, que con prudencia previene, que con responsabilidad comparte los dones recibidos, y que amando a los hermanos ama a Dios.

-¿cómo puedo llegar a Dios? pregunta un sacerdote el Crucifijo de la capilla

Éste le responde:

- olvidándote de Dios…

- ¿olvidándome de Dios? no lo entiendo

- Cuando tú quieres entrevistarte con el rey, ciertamente no esperas que sea él quien abra la puerta y te invite a entrar. El tiene porteros que te atienden y te conducen hasta donde se encuentra el Rey. Pues bien Dios ha puesto para ti porteros en el hermano pobre, en el niño de la calle, en los últimos. Anda pues con ellos para que te puedas encontrar con Dios.

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