31 diciembre 2011

TEMÍA Y AHORA VIVO

Posted by P. Pedro Ayala | 31 diciembre 2011 | Category: |

P. Jaime Emilio González Magaña
Un año que termina nos ofrece siempre una magnífica oportunidad para hacer un balance realista y sincero de nuestra vida y revisar sus luces y sombras. Podemos decir que tenemos un año más y hacer la cuenta de los ideales realizados o, asimismo, ante un año menos de vida, confesar la lacerante realidad de decisiones y propósitos jamás cumplidos. Con una actitud conformista, siempre encontraremos innumerables razones para quedar satisfechos con lo que hemos hecho; sin embargo, si hemos propiciado una actitud de hacerlo todo por la mayor gloria de Dios, invariablemente encontraremos algo que no hemos logrado o no hemos hecho bien. Estos días he reflexionado sobre algunas frases de Enrique Cáceres -un amigo paraguayo- que me han ayudado para agradecer la vida como un eterno punto de partida o perpetuo y continuo comienzo. Descubrí con no poca alegría que he podido liberarme de muchos miedos para afrontar el futuro con un ánimo sereno y esperanzado.
«Temía estar solo, hasta que aprendí a quererme a mí mismo». La soledad se ha convertido en mi mejor amiga cuando he apostado por ser menos duro e inmisericorde conmigo mismo; cuando he entendido que soy amable por ser quien soy y no porque haya cumplido las expectativas de los demás. «Temía fracasar, hasta que me di cuenta que únicamente fracaso si no lo intento». En medio del frenético trajín cotidiano no puedo permanecer paralizado por el miedo ante la constatación de mis límites; son ellos los que me lanzan a buscar caminos siempre nuevos. «Temía lo que la gente opinara de mí, hasta que me di cuenta de que de todos modos opinarían de mí». Comprendí que siempre hay quien envidia gratuitamente y no puedo ni quiero dar a otros el permiso para que mis acciones dependan de su visto bueno. «Temía me rechazaran, hasta que entendí que debía tener fe en mí mismo». He sido yo mismo, he crecido y experimento una enorme paz y serenidad con mis éxitos, dudas y fracasos.
«Temía al dolor, hasta que aprendí que éste es necesario para crecer». ¡Y qué dolor más grande que el que produce la traición de un amigo o la calumnia de quien uno ha creído cercano! Momento supremo para fiarse solamente de Dios y, desde Dios, creer que la amistad no es un mito. «Temía a la verdad, hasta que descubrí la fealdad de las mentiras». Obviamente sería infinitamente más fácil seguir adelante si me acostumbro a mentir y fingir que no percibo en otros la mentira. Me da pavor por el asco que me produce que llegara a seguir este juego simplemente por el temor de sufrir. «Temía a la muerte, hasta que aprendí que no es el final, sino más bien un comienzo». Cuando he contemplado la horrorosa muerte y he sentido su espantosa frialdad, todo se vuelve oscuro, la esperanza de agota, el alma enmudece y, sin saber apenas cómo, la certeza de la resurrección me ha ayudado a aferrarme a la vida y estar preparado para cuando llegue la hora de unirme a los que ya se han ido.
«Temía el odio, hasta que me di cuenta que no es otra cosa más que ignorancia». Estoy aprendiendo a romper sus cadenas porque quiero sentirme verdaderamente libre y apostar por el amor aun cuando me llamen ingenuo. «Temía al ridículo hasta que aprendí a reírme de mi mismo». Disfruto y saboreo mis tonterías e ignoro a quien quiere pasarse de listo y afirma que jamás se ha equivocado. «Temía hacerme viejo, hasta que comprendí que ganaba sabiduría día a día». Y agradezco al Señor el regalo de la vida, mi familia, mi sacerdocio, mis amigos y sólo me dolería que el tiempo se agotara y no hubiera vivido a tope. «Temía al pasado, hasta que comprendí que no podía herirme más». Y me he liberado, incluso he aprendido a perdonar y aun siento lástima y rezo por quienes no me han aceptado y mucho menos me han amado. «Temía a la oscuridad hasta que vi la belleza de la luz de una estrella». Y cada noche la vivo como si fuera la última porque siento la grandeza de Dios que en cada latido del corazón me dice que me ama y se fía de mí. «Temía al cambio, hasta que vi que aún la mariposa más hermosa necesitaba pasar por una metamorfosis antes de volar». Y agradezco a Dios que me dé la fuerza de hacer el balance de mi vida porque he comprendido que cada día es una nueva oportunidad de ser lo que no he sido y pedir su gracia para no quejarme de lo que -por miedo-, no he vivido.

Currently have 2 comentarios:

  1. Gracias por escribir Emilio, muy buena y bonita reflexion. Felicidades! Saludos desde Monclova Coah. Mexico. Atte Rivera

  2. Caray, esta vida es pasajera y efimera. Este escrito me hizo recordar que de lo unico que me arrepiento es de las cosas que no hice. Es cierto hay que luchar por lo que uno cree, y mejorar en los puntoss que vayamos encontrando como erroneos. Gracias. Saludos!


Leave a Reply

Gracias por tu visita, por favor deja tu comentario