Nos encontramos en un tiempo fuerte en el calendario litúrgico, el miércoles pasado, con un signo muy sencillo, la imposición de la ceniza, comenzamos con la cuaresma, éste es un tiempo de preparación, un puente en el camino, -quiero utilizar esta imagen que nos ayuda a comprender el sentido de este tiempo- el puente tiene sentido en cuanto que nos ayuda a cruzar de un punto a otro, que nos permite continuar caminando, pero el puente no es para quedarnos en él, es un medio necesario, útil e indispensable, pero no es la meta.

La cuaresma es entonces un puente entre nuestra vida ordinaria y la celebración de la fe, la celebración de la pasión, muerte y resurrección de Jesús nuestro Señor, que nos ha dado la salvación. Por lo tanto la cuaresma tiene sentido en cuanto que nos ayuda a prepararnos, a disponernos para celebrar. No resulta lógico entonces, que nos preparemos durante cuarenta días y luego no participemos de esta gran celebración, o que después de las privaciones voluntarias no experimentemos el cambio, la conversión en nuestra vida.

La cuaresma es un tiempo fuerte e intenso, y acompañados por la Palabra de Dios, vamos realizando este camino de preparación, vamos recorriendo poco a poco este puente, sabiendo que algunas cosas las tendremos que dejar, pues nos estorban, reconociendo que tendremos que adquirir otras que nos ayuden a continuar, como son la oración, la penitencia, el ayuno y la práctica de la caridad.

En este primer domingo de cuaresma la Palabra de Dios nos ilumina sobre las decisiones que nosotros tomamos. Amado Nervo en uno de sus poemas; en paz, reconoce el grado de libertad que posee el hombre y la mujer, nombrándolos arquitectos de su propio destino.

"…veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;

que si extraje la miel o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas…"

Los fragmentos de la Sagrada Escritura que se nos proponen para este primer domingo nos hablan de la libertad y la decisión, pongo ante ti dos caminos, elige el camino de la vida y vivirás, elige el camino de la muerte y morirás. No es que Dios quiera la muerte, la perdición del hombre, su creación, sino que respeta las opciones, las decisiones que tomamos. No tendría sentido la libertad si no tuviéramos la posibilidad de optar, Dios nos ha dado este regalo, y nos da también la posibilidad de ejercerlo. Es interesante que con éste texto del libro del Deuteronomio, se relaciona con el texto del evangelio, que nos presenta a Jesús tentado por el diablo en el desierto.

Jesús asume en todo nuestra condición humana, menos en el pecado, y es desde esta condición humana que experimenta la tentación, que podríamos reconocer como la tentación de todo hombre "el poder" poder para convertir las piedras en pan, poder para ser adorado y querido por todos los pueblos, estar por encima de todos y de todo, poder para hacer lo que te venga en gana y no tener que asumir las consecuencias de tus actos. Es curioso que cuando hablamos de tentación, frecuentemente lo relacionamos con la cuestión sexual. Pero la tentación va más allá, incluso parece que se esconde bajo este aspecto para no tener en cuenta que somos fuertemente tentado por la tentación del poder.

El evangelio siempre es buena noticia, y hoy no es la excepción, Jesús nos muestra esta buena noticia y nos invita a vencer la tentación de maligno, con el apego a la Palabra de Dios, con la capacidad que hemos recibido para tomar decisiones. La inteligencia iluminada por la Palabra de Dios, los afectos orientados por el querer cumplir la voluntad de Dios, y nuestra voluntad orientada a conseguir eso que descubrimos como bueno y que deseamos.