20 marzo 2011

Mi segunda madre

Posted by P. Pedro Ayala | 20 marzo 2011 | Category: |

P. Jaime Emilio González Magaña. S.J.

...estoy convencido de que es posible amar “así”, 
sin esperar nada, sin exigir nada a cambio 
y sé que se puede ser feliz...

En un curso de espiritualidad sacerdotal, planteaba la urgencia de discernir si estamos sirviendo a nuestros hermanos como lo presupone nuestra vocación, cuando un joven y arrogante sacerdote, muy probablemente preocupado por hacer carrera en la Iglesia, me dijo que no es posible encontrar personas que entreguen su vida desde el más desinteresado servicio. En su opinión, todos tenemos una intención oculta y no existe una vida aséptica a los deseos del poder, la fama y el dinero. Y si esto no es posible en la vida sacerdotal y religiosa –decía-, es punto menos que imposible encontrar personas “simples” que sirvan sin el mayor atisbo de un interés egoísta. Lamenté su intervención porque refleja fielmente una opinión generalizada en muchos ambientes.  Y entonces, no pude menos que recordar a “mi tía Chelo”, una mujer simple, tal vez con poca preparación  académica pero con un enorme corazón que le ha permitido pasar su vida haciendo el bien.

Cuando había tomado la decisión de entrar en el convento y ser religiosa contemplativa, obedeció  al Señor Obispo Martínez Silva quien le dijo que su convento estaría en el cuidado de su padre recién viudo y sus dos hermanos seminaristas y más tarde sacerdotes, diocesano uno; el otro jesuita. Sus hermanas mayores habían elegido ya su vocación: dos en el matrimonio y una en la vida religiosa que ella tanto había anhelado. Desde entonces, mi tía Chelo vivió su vocación de contemplativa dedicándose al servicio de todos en la más completa oscuridad. Nunca ha pedido nada, jamás se quejó de su destino y en múltiples formas, nos ha dado testimonio de la mujer cristiana que gasta su vida para que los demás vivan con paz su vocación. Siempre ha habido alguien en primer lugar: una vez fueron sus padres o sus hermanos; más tarde, sus sobrinos.

No recuerdo un dolor que no haya sufrido con nosotros; tampoco es posible mencionar un momento de alegría que no lo haya vivido como propio. Jamás se arrogó el lugar de una madre quizás porque era consciente de que le había tocado ser -también en esto- la segunda. ¡Cuánto he aprendido de ella! ¡Cuánto me ha enseñado desde su paciente silencio y humildad perseverante! Maestra de oración, repetía de memoria y con orgullo aquellas bellas piezas que seguramente había aprendido de mi mamá Consuelo en una familia cristiana donde todo era respeto y caridad profundos. Cuántos años de cansancio acumulado cuidando a mi papá Florencio; cuántos problemas asumidos con fe y esperanza. Aun cuando se confesaba  limitada  en  conocimientos supo expresar la palabra adecuada en el momento oportuno; siempre nos ha escuchado con ternura y calidez.

¡Qué pena me da aquel pobre joven sacerdote! Seguramente no ha tenido la experiencia de un amor como el don total de sí mismo y su juicio se basa desde un posible contacto con algún sacerdote aislado y amargado y no con personas que -como mi tía Chelo- hayan amado aunque duela, hasta el último suspiro.  Gracias al ejemplo  de “mi segunda madre” estoy convencido de que es posible amar “así”, sin esperar nada, sin exigir nada a cambio y sé que se puede ser feliz desde un segundo puesto. Me parece que esto es imprescindible cuando se ansía darlo todo sin esperar jamás el agradecimiento o ambicionar un primer plano. Y esto, ciertamente,  no se aprende en el seminario o la universidad. Ahora que mi tía Chelo se prepara para el encuentro definitivo con Dios, en perfecta coherencia con su vida, espera calladamente el momento en que se entregará a Jesús pobre y humilde, el único Amor de su vida. Desde la distancia, no puedo menos que agradecer profundamente sus enseñanzas, su presencia y su amor. Desde el fondo de mí ser ruego al  Señor que no permita que me preocupe si estoy en el primero o el último lugar porque no tengo ninguna duda de que mi tía Chelo, en el Cielo, será eternamente la primera.

Currently have 0 comentarios:


Leave a Reply

Gracias por tu visita, por favor deja tu comentario